miércoles, 28 de agosto de 2013

La fórmula de Hollywood

Manual de lo mismo 

Un notable artículo publicado en una página web advierte sobre un libro que prácticamente ha poseído a los guionistas de Hollywood, marcándoles con señales específicas las pautas a seguir para concebir un libreto exitoso. Lo que podría haber sido visto como una estructura posible, acabó convirtiéndose en plaga.


Viendo sin mayor detenimiento algunos tanques hollywoodenses actuales podemos llegar a la conclusión de que hay cánones que se repiten, lugares comunes revisitados hasta el atiborramiento, similitudes entre personajes, situaciones, historias y anécdotas, giros de guión manidos que se ven venir desde leguas. El héroe ante la encrucijada, la victoria temporaria que sólo hace que los villanos se fortalezcan y vuelvan a atacar, el mentor que se contrapone al protagonista aportando momentos de distensión y simpatía, la sensación final de que todo está perdido, la irrupción final de una esperanza y del héroe recompuesto. De muchísimos casos se desprende la sensación de creatividad limitada o nula, por no hablar de simple y llana estafa. Pero lo que muchos desconocíamos es que existe realmente una fórmula muy específica, un manual, una meticulosa y precisa serie de pasos para construir un guión exitoso, a la que se ha echado mano una y otra vez en los últimos años. Un artículo de la página web www.slate.com da a conocer un manual de estudio y uso corriente entre guionistas del mainstream, explicando la forma en que de él se nutren buena parte de las superproducciones, distribuidas a lo largo y ancho del mundo. 
Save the Cat! The Last Book on Screenwriting You’ll Ever Need es el manual de Blake Snyder, exitoso guionista que se desempeñó libretando series y películas para la Disney. En él, echó abajo la estructura en tres partes que ha dominado la escena cinematográfica mainstream desde los años 70 en adelante, y la sustituye por 15 sucesos clave, “pulsos” descritos casi en detalle y desplegados minuciosamente, a los cuales se les atribuye un momento específico en la historia. Esta lista de pulsos fue pensada para un guión estándar de 110 páginas, por lo que a cada página le podría corresponder perfectamente un minuto de película. Así, si el manual sugiere incorporar un tipo de escena en la página uno, estaría diciendo que en el minuto uno de película debería de aparecer este tipo de introducción.
Snyder murió en el año 2009, pero no sin antes haber difundido su “método” en talleres y seminarios para guionistas a lo largo del mundo, e incluso desarrolló un software, una aplicación para el programa de redacción de guiones cinematográficos Final Draft, por la cual facilitó las pautas a seguir durante el proceso de escritura. Su libro fue un éxito y tuvo 14 reediciones. A pesar de que Snyder expuso su lista como una “estructura” y no como una fórmula a seguir, puede decirse que hoy ella ha sido absolutamente asimilada por la industria para la concepción de sus guiones. 
Tan claras son las instrucciones a seguir, tan elocuentes sobre la clase de cine que nos domina, que aquí optamos por extendernos en cada uno de los quince pasos de la lista. Se advierte al lector que quizá luego de asimilarlos sea difícil incorporarse frente a una superproducción hollywoodense con la “ingenuidad” de antes, por lo que quien quiera disfrutar sin más de una película sin reparar en estructuras narrativas y en reglas, quizá debería abstenerse de leer las líneas que siguen. Estos quince pasos Snyder los amplió y subdividió en cuarenta, pero este simple acercamiento lleva a comprender el estilo y la idea general. 

  • Imagen de apertura (minuto 1). Se marca el tono de la historia y es sugerido el problema primario del protagonista. 
  • El tema es declarado (minuto 5). Una interrogante o una declaración, a menudo dirigidas al protagonista, indican la temática central.
  • Configuración (minutos 1 a 10). Se presentan los personajes principales y el trasfondo general. Aquí el autor sugiere que el protagonista haga algo bueno como, por ejemplo, salvar un gato para ganarse la simpatía del espectador; de este ejemplo surge el título del libro.
  •  Catalizador (minuto 12). Un evento extraordinario que cambia la vida del protagonista y pone a la historia en movimiento. 
  • Debate (minutos 12 a 25). Una interrogante es planteada sobre la decisión que deberá tomar el protagonista. Usualmente se presentan aquí las etapas de su camino a seguir. 
  • Irrupción al acto II (minutos 25 al 30). El héroe abandona definitivamente su mundo conocido y entra a otro, extraño y novedoso. 
  • Subtrama (minuto 30). Una trama secundaria que a menudo da forma a un personaje (frecuentemente un objeto de amor, o un mentor) que asiste al principal en su viaje. 
  • Diversión y juegos (minutos 30 al 55). Un momento light en la narración, un tramo de distensión que explora el concepto central y que aporta momentos de simpatía, ideales para colocar en los trailers. Normalmente anticipa una gran victoria en el "punto medio". 
  • Punto medio (minuto 55). La trama y la subtrama se cruzan. Se construye una falsa victoria o, menos frecuentemente, una falsa derrota. Se revela nueva información que aumenta las expectativas.
  • Los malos circundan (minuto 55-75). Después de la victoria en el punto medio, las cosas empeoran gravemente, y los villanos se reagrupan y avanzan.
  • Todo está perdido (minuto 75). Reflejando el Punto medio, por lo general se trata de una falsa derrota. El héroe es invadido por una sensación de fracaso. Por lo general hay un suceso trágico, una muerte importante, o una referencia a la muerte o a la mortalidad. 
  • Noche oscura del alma (minutos 75 a 85). Un momento de contemplación en la que el héroe considera lo lejos que ha llegado y todo lo que aprendió. Es el momento en que se pregunta: "¿por qué ocurre todo esto?". 
  • Irrupción al acto III (minuto 85). Un momento “¡Eureka!” un giro sorpresivo que proporciona al héroe la fuerza necesaria para recomponerse y salir adelante. 
  • Finale (minutos 85 a 110). Basándose en todo lo que ha aprendido a lo largo de la historia, el héroe resuelve sus problemas, vence a los villanos, salva el día y cambia el mundo para mejor. 
  • Imagen final (minuto 110). Un espejo de la Imagen de apertura que pone de relieve las lecciones aprendidas y muestra cómo ha cambiado el mundo. 
Visto así, podrá parecer que películas sustentadas en esta estructura son de una superficialidad mayúscula. Pero lo cierto es que se trata de una fórmula que trasciende los géneros (películas aparentemente disímiles como El gran Gatsby y Oz, el poderoso se inscriben con facilidad) y desde las más irrelevantes (Jack el cazagigantes, Fuerza antigángster) a las más memorables de Hollywood se ciñen en mayor o menor medida a estos parámetros. Hablando de películas exitosas y bien recibidas por la crítica: Argo, Toy Story 3, El discurso del rey, Kung fu panda, Batman. El caballero de la noche, Los vengadores son todas analizables punto por punto. Viendo estos ejemplos, no debe pensarse que de por sí el conjunto de pasos a seguir sea algo nefasto, sino una suerte de molde del que podrían sacarse resultados infinitos según el material de relleno. 
La pregunta es cuánto más podrá durar en la gran pantalla una estructura tan recargada de dudas existenciales, de héroes excepcionales envueltos en circunstancias excepcionales, de malos con mucho poder que se repliegan y contraatacan, de “sorpresas” articuladas cronométricamente. Como se sabe, Hollywood marca la cancha y determina las formas del espectáculo, moldeando la percepción y los gustos. Y tanto es así, que a muchos espectadores es difícil sacarlos de un esquema narrativo de este tipo. Conviene comprender entonces que las formas dominantes de concebir el arte parecerían ser, lamentablemente, cada día más acotadas.

Publicado en Brecha el 28/8/2013

viernes, 23 de agosto de 2013

El conjuro (The conjuring, James Wan, 2013)

Mil demonios


A poco de empezar la película nos encontramos con un letrero repentino, imponente, que avisa que los hechos relatados que estamos por ver ocurrieron realmente. Que existió una pareja de renombrados demonólogos que, durante su carrera de 1952 a 2006, se ocuparon de miles de casos de encantamientos y posesiones, pero que hubo un suceso en particular -al cual estamos por asistir- que, de tan horrendo, lo habían mantenido en silencio y recién hoy conoce la luz. Lo cierto es que el caso tuvo trascendencia en su momento, pero no puede negarse el poder de impacto de esa falaz introducción. La sospecha de que los hechos pudieran tener un asidero real descubre a la narración de la "seguridad" que dan los relatos ficcionados, y este infrecuente aura de veracidad se potencia con el abordaje realista, el detallismo en la ambientación de época, las grandiosas actuaciones y un guión sobrio al que no le sobra ni le falta una sola línea. 
La vulnerabilidad se multiplica por cinco: cinco niñas son las víctimas potenciales de los espectros que comienzan a invadir la casa de una familia humilde, instalada en el medio de la nada. Y de a poco comienzan los sucesos paranormales: los relojes de la casa se detienen todas las noches a las 3:07, hay sonidos inverosímiles y golpes, fotos familiares que son "atacadas" y arrojadas al piso, apariciones y extraños moretones en la piel de la madre. La fotografía, la decoración, la impecable puesta en escena propicia un clima angustiante, reforzado por una cámara que se desplaza entre las habitaciones de la casa con una cadencia y habilidad excepcionales, jugando con las sombras, con lo que queda fuera de campo y lo que se ve sólo parcialmente o durante fracciones de segundo. Como en la casa de Norman Bates en Psicosis, existen tres pisos en la vivienda, uno de ellos el sótano (que según el filósofo Slavoj Zizek representaría el inconsciente, un vertedero de cosas ocultas y reprimidas; aunque quizá no convenga forzar esta clase de lecturas). 
Las amenazas que infestan la casa deben ser combatidas con instrumentos religiosos, pero por fortuna aquí se evita la arenga sobre Dios y Satanás y los demonólogos (notables Vera Farmiga y Patrick Wilson) están presentados como seres racionales que hasta parecerían hacer un uso meramente práctico de la religión para erradicar a los demonios. El suspenso se construye notablemente sobre esa premisa: los especialistas que deberían tener pleno dominio de la situación están alterados, superados, intentando mantener un semblante calmo y sosegado a pesar de lo asfixiante del cuadro, y algunas de sus afirmaciones inquietan aún más. Luego de horrendas apariciones y de que la mujer de las niñas fuera arrojada por las fuerzas malignas escaleras abajo Ed Warren dice, con plena seguridad, "por fortuna aún no han empezado a ponerse violentos", dando la pauta de que lo peor está por venir. 
El cineasta malayo de raíces chinas James Wan es uno de los más grandes directores del cine de terror de la actualidad y su anterior película, Insidious, así como ésta última, son claras muestras de su talento. Nótese que aun dentro de la gravedad imperante se logra introducir algún elemento humorístico, -una de las marcas autorales de Wan- como las breves apariciones de un escéptico oficial de policía, sujeto absolutamente ajeno a un entorno donde lo siniestro se impone y todo parecería conjurarse para un escalofrío constante.

Publicado en Brecha el 23/8/2013

martes, 20 de agosto de 2013

Red 2 (Dean Parisot, 2013)

Más veteranos 

En 2010 se estrenó Red, una película sumamente atractiva que reunía varias tendencias cinematográficas del cine mainstream actual: la moda de las adaptaciones de cómics; la de los caper films en clave de comedia -películas de atracos, con grandes personalidades y toques humorísticos (La gran estafa, Robo en las alturas) y la de reunir actores veteranos como ejercicio nostálgico y de explotación de viejas glorias –Jinetes del espacio, Los indestructibles 1 y 2-. RED significa Retired Extremely Dangerous, y se trata de un escuadrón improvisado de veteranos ex agentes de varios servicios de inteligencia que se juntan para defenderse y, de paso, para impedir alguna amenaza global. En esa primera entrega, bien recibida tanto por el público como por la crítica, se hacía uso de un humor muy particular, sustentado en carismas y presencias impagables como las de Bruce Willis y Helen Mirren, y además se alternaban notablemente escenas de acción y humorísticas.
Aquí tenemos una segunda dosis. Una vez más, acercarse a una película de este tenor es reencontrarse con un montón de viejos amigos. Un elenco notable que reúne los nombrados y además a John Malkovich, Brian Cox, Catherine Zeta-Jones, Mary-Louise Parker, David Thewlis, Anthony Hopkins y al surcoreano recientemente importado a Hollywood Lee Byung-hun (es el protagonista de A bittersweet life y The good, the bad and the weird). Los tramos que funcionan mejor son aquellos en los que se le ofrece al plantel la oportunidad para explotar sus aptitudes para la comedia, dando lugar a un puñado de chistes notables.
Es una pena que en esta secuela se haya apostado tanto a lo seguro, y que a grandes rasgos no pueda verse más que como un refrito de la primera entrega, sin agregados especialmente originales. El humor juega con esa dualidad de que los personajes sean adorables y terribles al mismo tiempo, -igual que en la anterior, no faltan los chistes referidos a su adicción por matar gente- una vez más los servicios de inteligencia son presentados como burocracia inescrupulosa dispuesta a eliminar a quienes detentan secretos de estado, y otra vez están los enemigos acérrimos de los protagonistas que se cambian de bando y deciden luchar hombro a hombro junto a ellos -en la entrega pasada era Brian Cox, un ruso ex KGB, y aquí se pliegan a la causa otro par cuyos nombres no adelantaremos-. La anécdota es rutinaria y la entreverada trama pareciera tan sólo una excusa para sustentar líneas de diálogos humorísticos y acción desatada. Esto último es lo que realmente importa, la razón de ser de esta película y, vista la gracia, la soltura y el buen ritmo con que se lleva durante todo el metraje, lo que hace que funcione como entretenimiento.

Publicada en Brecha el 20/8/2013

domingo, 4 de agosto de 2013

Wolverine inmortal (The wolverine, James Mangold, 2013)

O mortal, da lo mismo 

El principio es prometedor, en un campo de prisioneros de Nagasaki se vive el caos. Un B-29 sobrevuela y los soldados imperiales ya saben lo que eso significa: todos están muertos y no hay escapatoria posible. Ese comienzo es abrupto y brutal, los minutos previos a la caída de la bomba atómica están dotados de un poderoso nivel de tensión. En esta secuencia, algunos japoneses se disponen a hacerse el harakiri (se denota un gran desconocimiento del ritual; está claro que quien filma no está familiarizado con esa clase de tradiciones) pero por fortuna el protagonista es realmente inmortal y la bomba no parece afectarle demasiado. Hasta se permite salvar a un joven nipón que le cae simpático. Lo curioso es que este mismo japonés -presentado como un anciano casi setenta años después- pese a haber estado a poca distancia de la detonación de la bomba, no de nunca muestras de haber sufrido secuelas por su exposición a la radiación, y su descendencia tampoco se ve afectada por alteraciones genéticas. Y eso que no debe de existir película más indicada para idear creativas mutaciones. Las cosas mejoran: una escena en un bar retrotrae a los mejores westerns, con el antihéroe justiciero que pide whisky y reparte torta y compota a todo el mundo. Más adelante otro pico de acción: una lucha de varios yakuzas contra el protagonista, sobre el techo de un tren bala y a quinientos kilómetros por hora. Hasta ahí las cosas parecerían marchar, en lo que refiere a tensión y ritmo, de maravilla. 
Pero de a poco se va perdiendo el interés y la creatividad. Una japonesita se presenta como una buena escudera, aunque lamentablemente su “poder” parecería tener una efectividad del 0%. Las secuencias de pelea son montaje fragmentado y caótico y no parecen muy bien resueltas, y no faltan las innecesarias piruetas voladoras. Algunas líneas de diálogo (“nunca te metas con mis amigos”, o “soy Wolverine”) expectoradas por el protagonista en momentos clave de las contiendas, vinculan a la película con el cine de acción más berreta. Los villanos están muy mal delineados y un tema central en la anécdota toma giros poco comprensibles: se supone que Wolverine está cansado de ser inmortal, pero una vez que obtiene la mortalidad -o que le hacen ese gran favor- hace todo lo posible para ser inmortal de nuevo sin que medie una explicación para el viraje. Pero claro está que había que garantizarle unas cuantas secuelas más a la saga. A lo mejor el final heroico, la muerte apoteósica quede reservada para cuando las ganancias de la taquilla no sigan siendo tan tentadoras. 
Llaman la atención los niveles de violencia, considerando que se trata de una producción masiva y mainstream. Lo que desagrada bastante es esa tendencia tan del cine estadounidense de mostrar a los héroes –o antihéroes, tanto da– utilizando esa violencia fascistoide a la hora de interrogar un villano llamado a silencio por lealtad a los suyos. Hay veces que una misma película reúne momentos muy buenos y muy malos, y aquí hay un gran ejemplo de ello.

Publicado en Brecha el 2/8/2013