lunes, 29 de marzo de 2010

Capusotto vs. Muchachada Nui

Buenooo hace tiempo que tengo este post dándome vueltas a la cabeza y por fin me desquito para ponerle un poco de alegría a este aburrido blog. Supongo que todos ustedes conocen por igual a Capusotto y a los Muchachada. Ok, es su oportunidad de votar, en la encuesta de acá al costado, cuál de ellos les causa más gracia. Abajo voy alternando un video de cada uno, mis predilectos. Visto y considerando que la mayoría de ustedes lectores son españoles, todo indicaría que el ganador está definido. Pero bueno, eso hay que verlo...

Empezamos con uno de humor frikki, qué grande Mojamuto!



Y el mimo más drogadicto y depravado del mundo, síganlo.



El gran Chuck Norris, dándo lecciones de vida:



Y para los que tenían problemas para conseguir minitas, listo, todo resuelto:



La última de Muchachada. Manu Chaoooo, solidario como siempre



Y termina Capusotto con un poco de cultura general, para que se nutran!



Yo ya tengo mi elección, ¿y ustedes?

sábado, 27 de marzo de 2010

Policía, adjetivo (Politist, adjectiv, Corneliu Porumboiu, 2009)

La ley con sangre entra

Muchos se han cuestionado si la “nueva ola rumana” fue tan sólo una afortunada casualidad y poco más que una moda pasajera o si realmente tendría la solidez necesaria para perpetuarse un poco más en el tiempo. Llega el momento en que sus tres principales directores hacen entrega de nuevas obras, y seguramente en estos tiempos se podrá extraer una firme conclusión al respecto. Cristian Mungiu (4 meses, 3 semanas, 2 días) ya estrenó en festivales y en cines de Europa sus Cuentos de la edad de oro, y Cristi Puiu (La muerte del Sr. Lazarescu) está terminando de filmar Aurora. A juzgar por esta nueva obra de Corneliu Porumboiu (Bucarest 12:08) podría decirse que, por ahora, las cosas van bien.
Centrada en acciones mínimas y tiempos muertos, con pocos diálogos, nada de música, planos largos y poco dinámicos, esta película pondrá a prueba la paciencia de unos cuantos. Pero cierto es que los que puedan lidiar con la extrema morosidad del planteo también podrán llevarse a sus casas material suficiente como para meditar durante semanas. Otra vez hay un cuadro de estancamiento, otra vez se ve una Rumania desgastada, estructuras edilicias avejentadas y descascaradas, casilleros oxidados, monitores de computadoras obstruidos por rayas molestas, cajas de correo rotas. La gente trae el desgastamiento dentro, y las relaciones laborales son ríspidas, díficiles y extenuantes. La burocracia impone su presencia y entorpece el flujo vital.
La anécdota puede recordar a algunas películas de los iraníes Kiarostami o Panahí, ya que un abordaje micro arroja reflexiones profundas sobre la sociedad y los mecanismos de represión imperantes. Se trata de un policía joven encargado de vigilar un chico que se encuentra bajo sospecha de consumir y traficar hachís. A diferencia de la mayoría de los países de Europa, en Rumania todavía está penado el consumo de marihuana y, al igual que en muchos otros (como Uruguay) convidar a un amigo con unas pitadas es interpretado como suministro.
El protagonista no tarda en darse cuenta que el adolescente en cuestión no sólo no es una amenaza social, sino que además es un individuo sencillamente inocuo, que lleva una vida simple y que va de la casa al colegio y viceversa. El policía también tiene sus vicios -aunque sean legales- y lleva asimismo una vida rutinaria y monótona, por lo que puede intuirse que se ve reflejado y que el chico llega hasta a simpatizarle. De esta manera, surge en él un serio dilema ético ya que es consciente que podrían darle al muchacho hasta ocho años de prisión, y no pretende arruinarle la vida y cargar con ese lastre en la conciencia. Sabe además que esa ley está al borde de caducar y que incluso podría ser modificada prontamente.
Los residuos del totalitarismo pesan sobre los individuos y en muchos casos generan un daño social real, parece decir Porumboiu, y así establece un paralelismo entre la forma en que el lenguaje determina las formas de pensamiento y de vida, como lo hacen las leyes y la burocracia.
Policia, adjetivo es una película sobre la arbitrariedad. El protagonista protesta casualmente por la forma en que la academia rumana impone reglas gramaticales ridículas, y asimismo las leyes parecen estar más basadas en definiciones preconcebidas que en la moral y el sentido común. Como en Bucarest 12:08, la escena más sobresaliente de la película es un plano fijo en el cual interactúan tres personajes; una situación tensa, incómoda y no carente de cierta hilaridad. Se trata de un diálogo con el capitán -interpretado por Vlad Ivanov, en un papel tan odioso como el que concibió como abortista en 4 meses, 3 semanas, 2 días- donde se regodea aleccionando a sus subordinados, haciendo un despliegue de autoritarismo y apelando a leyes inalterables de la semántica para quebrantar al protagonista. Palabras como “policía” y “ley” convertidas en sentencias. El tercer interlocutor, otro policía, podría ser el mismo protagonista luego de quince o veinte años: un hombre perezoso y resignado, entregado a la desidia.
Y uno de los mayores aciertos de este filme es el de generar un personaje que, a pesar de su desaprobación por como se dan las cosas, parece condenado a reproducir las taras del sistema. Él, ante todo, respeta los procedimientos y construye la investigación; podría haber mentido en sus informes, pero quedó atado al reglamento. En una conversación informal con un compañero de trabajo, él mismo se muestra intransigente y hasta llega a hablar de leyes inquebrantables. Podemos ver en su accionar diario las repercusiones de un empleo sumamente insatisfactorio y extenuante: se lo ve malhumorado, irritable y por momentos hasta abúlico. Su mujer le pide que por favor se cambie el buzo, ya que lo lleva puesto hace cuatro días, y se dejan ver indicios de una relación marital que, pese a estar recién conformada, parece condenada al fracaso.
Lo que cabe cuestionar de esta película es si es realmente necesario expresar la monotonía con más monotonía, si hay que exponer la burocracia con una obra igualmente burocrática. Existe una gran distancia entre este filme y la sofocante intensidad de 4 meses, 3 semanas, 2 días, la desesperación kafkiana de Lazarescu, el ludicismo sarcástico de Bucarest 12:08 o de California dreamin'. Policia, adjetivo no deja de ser buena y profunda, pero realmente requiere un gran esfuerzo para ser vista.

Publicado en Brecha 26/3/2009

viernes, 19 de marzo de 2010

Talentos desmenuzados


Tim Burton debe tener problemas mentales, o estar muy ávido de dinero, ya que firmar un contrato por dos largometrajes con la Disney, la misma compañía que lo desestimó, que desaprobó sus dibujos y se negó a difundir su primer cortometraje cuando él era apenas un joven inexperto, es un acto que prácticamente raya en el masoquismo.
Ante el estreno de Alicia en el país de las maravillas se respiraba cierta ansiedad colectiva, un ejército de jóvenes anhelantes llevaba cerca de un año esperando la bendita fecha de su proyección. Cuando por fin llegó el día, una gran desilusión. Alicia... resultó no estar a la altura de las expectativas, y si bien puede tratarse de un ejercicio técnico envidiable, también carece de un guión decente y de cualquier indicio de dramatismo. Una sumatoria de lugares comunes y otra obra rutinaria, lavada e infantilizada. En definitiva: un despropósito nada digno de Burton y su equipo.
Pero para Disney fue un éxito total. 435 millones recaudados en las taquillas en los primeros diez días, contra 200 millones de presupuesto. Porque entendámonos: Hollywood no lucra con la calidad de sus películas, sino con la ansiedad generalizada. Su apuesta fuerte está en el taquillazo inicial, en la primera semana de exhibición. Aunque el filme sea finalmente pobre o muy malo, la inversión queda cubierta y hasta se logran buenos márgenes de ganancia (G.I. Joe, 10.000 AC, El hombre lobo, Hancock, la saga Transformers son sólo algunos ejemplos recientes de basura redituable). Por esto se procura que exista un estreno simultáneo mundial, por esto la preocupación y el esmero por el paquete promocional, y por esto se difunden con tanta anticipación teasers, trailers, fotos y posters. Si la película es un fiasco nada importa, porque el boca a boca y las críticas circulantes tienen su demora, y las ganancias son concretadas mucho antes.
En consecuencia, hoy en día para la gran industria parece ser más importante el director del trailer (un montajista, en rigor) que el director de la película. Se le exigen escenas vistosas a los directores -las batallas multitudinarias son el último hito-, al menos para emular, mediante fragmentos mínimos, una grandeza que finalmente no es tal. En este caso en particular, el paquete ofertado era muy tentador; estaba Burton junto a Johnny Depp y Helena Bonham Carter, estaba el espíritu de Lewis Carroll, la promesa de un mundo rebosante de coloridos refulgentes y fantasía lisérgica. Sobrevolaba una atractiva historia de la que se nutrió medio mundo. Y unos cuantos mordimos el anzuelo. Reconozco que por un largo período de tiempo colgué en este mismísimo blog, un póster de Alicia, como expresión de mi más íntima ansiedad.
Hace poco más de un mes trascendió un enfrentamiento de las cadenas de salas de cine británicas Odeon, Vue y Cineworld con la productora y distribuidora Disney. La razón para este conflicto de intereses era que la Disney pretendía sacar los DVDs de Alicia más rápidamente a la calle, reduciendo de diecisiete semanas a doce el intervalo que va desde la fecha del estreno hasta la salida en DVD, algo que evidentemente no convenía a las salas. La razón básica por la que Disney decidió acortar el plazo debió haber sido que el mercado de venta de DVDs se redujo en un veinte por ciento el año pasado, y seguramente haya sido un intento de aumentar esas ventas. Pero hoy puede creerse que existió otra razón: la compañía ya sabía que la película era un fiasco, y le convenía lanzar el DVD lo más rápido posible, antes de que los posibles compradores se dieran cuenta.
La industria del entretenimiento tiende a reducir todo a la calidad de un enlatado, incluso a un talento como Burton. Convierte gérmenes de obras artísticas en olvidables y desechables objetos de consumo, y suele desestimar las posibles ganancias que pudieran darse a mediano o largo plazo. Películas como El señor de los anillos, El hombre araña 2, Meteoro o Apocalypto son conjunciones milagrosas, confluencias de intereses donde excepcionalmente se desemboca en un sólido resultado artístico y comercial.
Por lo pronto, lo más sano para el consumidor avispado es no dejarse llevar por campañas infladas ni entusiasmos masivos. Y preferentemente no reproducirlos, tampoco.

miércoles, 10 de marzo de 2010

Aplaudida y libre


El largometraje de animación independiente Sita sings the blues viene cosechando críticas positivas de forma envidiable. De momento lleva un 100% de aprobación en el sitio web Rotten tomatoes -lo que significa que de 25 críticas recogidas, 25 son favorables- y 93 puntos en Metacritic -allí se establece un puntaje promedio, siendo 100 puntos el máximo-. Para mejor, la película se encuentra a disposición en internet, lista para ser descargada por quien quiera de manera perfectamente legal y gratuita. La directora estadounidense Nina Paley es una activista del copyleft, por lo que deja su largometraje colgado, listo para ser reproducido, copiado y difundido sin restricciones. La recaudación proviene de las donaciones, del merchandising, de las ventas de DVDs y los encargos de copias en fílmico para los cines que la pidan.
Este plan guerrillero de difusión parece ser provechoso para la autora. En su blog personal explica que si estrenara la película en el circuito comercial y se recaudara un millón de dólares en taquilla con suerte recibiría entre 30 mil y 80 mil dólares; y cierto es que, para una producción artesanal de estas características, alcanzar esa cifra en los cines es altamente improbable. Según publicaba el Wall Street Journal hace unas semanas, la directora ya habría logrado recaudar 55 mil dólares con el nuevo método. “He hablado con muchos artistas que tienen miedo de compartir abiertamente sus obras, y que creen que la audiencia las va a explotar y va a hacerles daño. Mi experiencia es la opuesta: la audiencia me apoya como nunca lo imaginé. Cuanto más doy, más obtengo” asegura.
Y la película está muy bien! Se muestra paralelamente la historia del Ramayana -unas efigies indias cuentan y discuten el relato con mucha gracia- y la de una pareja actual, su distanciamiento y su separación. La narración es dinámica y se alternan distintos estilos de animación, con una gran presencia de fragmentos musicales: bellísimos temas de jazz interpretados por Annette Hanshaw ilustran los diversos estados anímicos de la protagonista. En definitiva, se trata de una obra muy personal, inteligente, irónica y rabiosamente feminista.
Ojalá la iniciativa dé buenos frutos y otros cineastas se plieguen a estas vías de distribución. Si de verdad funcionara sería una excelente alternativa para esquivar las trabas, las imposiciones y la censura de la industria. Y hay que esperar que a esta última no se le ocurra desenfundar alguna trampa legal para boicotearla. No sería tan extraño.

jueves, 4 de marzo de 2010

Útiles y deficientes


La decisión de la academia de ampliar de cinco a diez las nominadas a mejor película obedece naturalmente a un interés propagandístico. Y es que las nominadas no podrían obtener mejor publicidad; cuanto mayor el espectro de opciones, más amplia la exposición mundial. Y un numero mayor también genera mayores y más rebuscadas especulaciones. En los hechos, tendrán más presencia las películas de género, y esto es un punto que podría impactar positivamente en la calidad. En estos últimos tiempos a Hollywood le va mucho mejor en los géneros que en aquel otro cine enarbolado y de manual, dramático, grave y pretendidamente comprometido (Milk, Precious, The blind side).
Pero el aumento en las nominaciones no varía demasiado el panorama. En promedio, entre las nominadas solían verse dos películas de peso, más dos dignas o apenas visibles, más una prácticamente invisible. Hoy figuran igualmente dos películas importantes (Bastardos sin gloria y Vivir al límite; este cronista se inclina fervientemente por la primera) seis que van de regulares a decentes (Un hombre serio, Avatar, Up, Amor sin escalas, Enseñanza de vida, Distrito 9) y dos muy malas (Preciosa y The blind side). En síntesis, sólo ha aumentado la proporción de películas relegables al olvido.
Trabas convenientes. La categoría de mejor película extranjera sigue despertando dudas severas. Entre otras deficiencias, el sistema de elección supone una traba importante para las coproducciones. Hoy en día la mayoría de las películas de interés producidas en el mundo son concebidas con capitales provenientes de distintos países, y la vía para que una película logre competir con Hollywood en las taquillas y pueda cubrir los altos costos de producción (que se dan por conseguir actores de renombre, por ejemplo) es nutriéndose de ayudas estatales de diversos países, y explotando los diversos canales de difusión y distribución locales. Una película coproducida con inversiones de nueve países distintos, como Diarios de motocicleta, es difícilmente identificable con un país específico, y por eso en su momento no tuvo cabida entre las nominadas. La fragmentación de capitales ha comenzado a agudizarse últimamente, impidiendo la entrada de varias coproducciones a la categoría.
Recientemente la academia también ha insistido en descalificar películas en las que no concuerda el idioma con el país que las envía. Por ejemplo Caché, de Michael Haneke, coproducción hablada en francés y enviada por Austria, no fue aprobada. Asimismo La visita de la banda no fue aceptada como candidata oficial de Israel porque durante la mayor parte de su metraje está hablada en inglés. Además, la academia recibe sólo una película de cada país, y esto genera una situación desfavorable para ciertos países que tienen una industria prolífica, como India, Japón, Francia o Italia, y en estos casos muchas veces es enviada una película que no es considerada la mejor, sino la que se piensa que tiene más posibilidades de ser elegida por los votantes. En consecuencia, muchas nominadas a mejor película extranjera tienen un perfil comercial “oscarizable”, como por ejemplo, hoy, El secreto de sus ojos.
No es una novedad que la industria es sumamente precavida respecto a los talentos
foráneos. Las políticas de censura de la MPAA son especialmente duras con las películas extranjeras y en muchos casos las sabotean e impiden que gocen de una buena difusión y distribución. Por esta razón, es probable que los problemas señalados no vayan a ser resueltos, ya que sirven a los intereses de la academia. Normalmente, suele quedar una o dos películas buenas entre las nominadas a mejor película extranjera, más tres o cuatro sumamente irrelevantes (esto se da de forma casual y no podría ser deliberado, el sistema de votación es transparente en este sentido). En definitiva, la mayoría de las películas presentes no representan una competencia ni una amenaza para la gran industria. Y vale decir que en los últimos años, las ganadoras han sido especialmente inocuas (Departures, Los falsificadores, La vida de los otros, Tsotsi, Mar adentro, Las invasiones bárbaras y Nowhere in Africa son las últimas galardonadas). Excepcionalmente, hoy figura una obra magistral entre las nominadas, quizá la mejor película producida durante el 2009 –La cinta blanca de Haneke-, y sería grandioso, aunque improbable considerando los antecedentes, que ganara el consabido premio.


Las mejores puntas. Quizá las categorías más interesantes para los cinéfilos sean las de Mejor largometraje de animación y Mejor largometraje documental. Aunque tampoco escapan a la controversia, ambas suelen reunir obras notables y poco difundidas, precisamente en dos de los terrenos fílmicos que se encuentran en mayor expansión. En los últimos años entre los nominados para largometraje de animación hubo películas brillantes (Persépolis, Wall-E, Kung-fu panda) y fueron acompañadas con otras muy respetables (Surf’s up, Bolt, Monster’s house). En esta ocasión hay tres de primerísimo nivel (Coraline, Fantastic Mr Fox, y The secret of kells), más una muy digna (Up) más una desechable (La princesa y la rana). Sería lógico que el premio fuese para Up, -ya que también está entre las nominadas a mejor película- pero son realmente meritorias las otras tres señaladas. Dos de ellas son esmeradas producciones en stop-motion, y aunque están basadas en cuentos infantiles, son muy recomendables para mayores. Coraline está dirigida por Henry Selick (El extraño mundo de Jack, Jim y el durazno gigante) un maestro en la materia que logra concebir puntillosamente un universo colorido con puntas tenebrosas y sombrías. Por su parte, Fantastic Mr Fox es dirigida por Wes Anderson (Tres es multitud, Los excéntricos Tenembaum) quien por vez primera se arroja al terreno logrando una obra divertidísima, sumamente original y querible. The secret of Kells, aunque más discreta, es una coproducción europea que relata la historia de un niño que vive en una abadía fortificada, al resguardo del ataque de los vikingos, en la Irlanda del S. XI. Imaginativa, colorida, bellamente musicalizada; una pequeña joyita.
Entre los nominados a la categoría de mejor documental han figurado últimamente varios de los más sobresalientes documentales concebidos (La pesadilla de Darwin, Capturando a los Friedman, Nieblas de guerra, Bowling for Columbine, los dos últimos fueron premiados). En esta categoría suele verse reflejada como en ninguna otra la denuncia política, el inconformismo, y las más desatadas, concretas, lúcidas e instructivas críticas al actual estado de cosas. Aquí surge una dificultad, y un lógico dilema para los votantes, vista la exposición mundial que gana la película que lleva el galardón. ¿Es mejor votar por la mejor película o por la más efectiva denuncia? El voto en este caso puede ser un arma política, y este cronista cree que cualquiera de las dos opciones a tomar es legítima. Fahrenheit 911 de Michael Moore -para poner un ejemplo que todos conocen- planteó una denuncia muy concreta y coyuntural, pero perdió valor pasados los años. Como obra cinematográfica no trasciende, pero un filme de ese tipo podría cambiar una realidad inmediata si obtuviese la debida difusión (esto debió haber pensado el jurado de Cannes, que decidió darle el máximo galardón, cuatro meses antes de las elecciones en Estados Unidos).
Sólo pude acceder a tres de los cinco documentales nominados (The cove, Burma VJ y Food Inc) y los tres merecerían ganar. Son denuncias concretas, impactantes y urgentes y cualquiera de ellas podría lograr cambios importantes si se hiciera con el premio. Food Inc expone los procesos de producción industrial de los alimentos consumidos diariamente al interior de los Estados Unidos, y se muestra cómo un puñado de multinacionales llevan hasta un extremo su afán de lucro y su desidia por la salud de los consumidores. No es recomendable comer antes de verla. Burma VJ expone con cámaras escondidas los alzamientos populares de 2007 en Birmania, liderados por monjes budistas que se sublevaron ante un gobierno militar que hoy lleva 48 años en el poder. Gracias a las nuevas teconologías (la posibilidad de subir videos a internet rápidamente, cámaras pequeñas y discretas) la feroz represión es documentada y expuesta al mundo. Por su parte The cove es un palpitante relato en el que un equipo de ambientalistas logra escabullirse en una bahía privada –con un equipo coordinado, al estilo Misión imposible- para filmar una masacre de delfines, en Japón. No se trata solamente de una denuncia de tipo ecologista, ya que también da cuentas de los altos grados de toxicidad de la carne de delfín, vendida actualmente al público con rótulos engañosos.
Gerontes al poder. Al examinar la lista de nominados en las principales categorías surgen naturalmente cuestionamientos y críticas por las decisiones tomadas. ¿Por qué no figuran entre las nominadas a mejor actriz Isabelle Fuhrman (La huérfana), o Mélanie Laurent (Bastardos sin gloria), y por qué no Robert Downey Jr. (Sherlock Holmes) a mejor actor?, ¿por qué este año no está la última maravilla de Miyazaki en la categoría de mejor animación? ¿qué pasa por la cabeza de quienes votaron por The blind side como nominada a mejor película del año? y podría seguirse indefinidamente. La academia tiene sus caprichos, sus vicios y sus preconceptos, y conviene recordar que la principal manera de formar parte de la misma es estar previamente nominado. Teniendo en cuenta el detalle, la numerosa población de la misma (son casi 6000 los votantes) y las decisiones tomadas usualmente, puede deducirse que sus filas se encuentran un tanto avejentadas, que el recambio se da con lentitud y en círculos más bien cerrados. De no existir un cuestionamiento interno sobre este asunto, seguirá siendo así. Y como siempre, se continuará premiando y nominando dentro de un estrecho perímetro cinematográfico, de espaldas a la diversidad.

Publicado en Brecha 5/3/2010.